Engaños


1

No se engañan fácilmente. Son feos de fealdad. Pero como los liga el haber nacido juntos –mellizos, no gemelos- eso les da cierto grado de simpatía entre la gente. ¿Por qué esas orejas tan puntiagudas? ¿Y esos ojos que apenas dejan ver un resquicio de pupilas? Ellos asumen su condición natural. Y cuando para un casting solicitan mellizos, son los primeros que sobresalen y son contratados. Dos patizambos, para una publicidad de TV de carrera con obstáculos.

2

Es un niño viejo. O un viejo niño. Padece de progeria, y a los doce ya era un anciano que no podía jugar con nadie. Tiene ojos tristes y tristísima el alma. No hay congreso médico donde no lo hayan mostrado. Y todos los ángulos de su cara y de su cuerpo escuálido, desnudo, han sido registrados por los fotógrafos. Sabe que morirá joven, aunque parezca viejísimo. Sin haber jugado una sola vez con otro niño ni roto un solo juguete.

3

Todas las tardes se siente a escribir. Entremeses y farsas. Sin cambiar el rostro de Harpagón, escribe El agiotista. Y después de hojear el diario, Los preciosos políticos y Tiranuelos trasnochados, con sangre condecorados. Escribe (ellos lo espían) y por ahí, después de considerar al Tartufo, titula Las ideas al bidet y casi enseguida Los banqueros sabios y Farsa del funcionario que se creyó necesario. No le importa que no lo reconozcan como Moliére. El tampoco acepta que ése que está a su lado se llame Napoleón Bonaparte.

4

Todos estamos engañados. Ella levita, pero pensamos que es una ilusión colectiva. Y la miramos con descreimiento y hasta con fastidio. Ella no ha intentado convencernos, sino tan sólo pide que la ayudemos. A sobrellevar esta cruz. Cierto día, la recomendamos al hospedaje de la esquina, que tiene techos altos. Puede ser útil allí, para limpiarlos.

5

Como la vida no le cae nada bien, ha resuelto terminar con todo. Todo se llama su familia, su casa, el taller, los amigos. Y también el panteón. Y el perro. Saca un pasaje para esos viajes a la estratósfera (muy promocionados últimamente) y firme está el día de salida en la plataforma indicada. Espera. No hay indicios de nada. Sigue esperando. A la noche, viendo que ha sido engañado, se ata un cohete a la cintura y lo enciende.

6

No se engaña: esa mujer se ha enamorado de él. Mucho no le gusta, porque se parece a Marguerite Yourcenar. Ella, a su vez, piensa que ese hombre la mira con intenciones. No le gusta nada: Le recuerda a Henri Miller. (Una historia literaria sin solución).

7

Fue en el año 2008, en que se eligió un presidente negro en el país más poderoso del mundo. Lo estudiaron del derecho y del revés. Padre negro, madre blanca. De aquél lado africano, se analizaron genéticas y ocupaciones, orígenes y tradiciones. Del blanco, se disimuló el hecho que el único hermano de la madre estuviera alejado de la familia. Sí: el que había sido miembro del Ku-Klux-Klan.

8

Es el engaño del engañador engañado. Pasó por taumaturgo muchos años, por vidente, por hombre de predicciones. Alguien hubo de decirle que su mujer lo traicionaba bajo el propio techo. Y que el hijo no era propio. Todo eso lo sabía de sobra: era el hijo que él no podía engendrar, por estéril.

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Acerca del autor

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Biobibliografía

Poeta, ensayista, crítico de arte, Jorge M. Taverna Irigoyen nació en Santa Fe. Ha publicado una decena de libros de poesía, crítica e historia del arte, mereciendo numerosos premios por su labor. Publicó sus narraciones breves bajo el título Historias verosímiles en la revista Letras de Buenos Aires y en el suplemento cultural de El Litoral de Santa Fe. Fue Director Provincial de Cultura, director y fundador del Centro Trandisciplinario de Investigaciones de Estética de Santa Fe y presidente de la Asociación Santafesina de Escritores. Es miembro de la Asociación Internacional de Críticos de Arte y Presidente de la Academia Nacional de Bellas Artes.

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