La inmortalidad


1

La inmortalidad existe, qué duda cabe. Pero hay que saber llevarla, para que no languidezca (Saber esperarla, más vale, apunta Winston Churchill) Pienso que tiene razón. El hizo lo que pudo durante y en entreguerras.Y fue hombre que, por encima de las primeras planas de los diarios del mundo, tuvo un protagonismo indiscutible, Nobel de Literatura incluído. Pero Winston, perspicaz como era, sabía que ello no alcanzaría para la inmortalidad. Y pintó en silencio, como el führer.Y dejó que el tiempo hiciera. Hoy, sus pinturas se cotizan en subastas. (No como el otro, que no supo esperar).

2

La inmortalidad, para los genios, juega a futuro. Lo piensa Roberto Giangrasso, inventor. Todo lo hace para la posteridad, pero con tan mala idea, que jamás incluye al presente. De ahí, todos sus inventos esperan en la heladera. Y ni uno solo es patentado a tiempo. A su muerte, los sobrinos tiran todas sus ideas a la basura. (La misma que él pensaba industrializar a gas).

3

Aldous Huxley escribe Viejo muere el cisne, y espera. Espera como esperó Virginia Wolff , cuando escribió el Orlando. Cada uno, a su manera, confía que los personajes permanezcan sin envejecer. Y que el tiempo los perdone.. Como el príncipe aquél de Simone de Beauvoir,que se cansó que los siglos pasaran clementemente sobre cuerpo y armadura. (La inmortalidad le juega zancadillas a la vejez. Y la vejez de Aldous, de Virginia, de Simone, demuestran que, al fin, la muerte suele ser una licencia a tiempo).

4

¡Oh la inmortalidad! Déjate de bromas: no la del cangrejo, sino la nuestra. ¿Te contaron acaso que hay fantasmas inmortales? Si no, mira aquél de Canterville. Y no sólo fantasmas y almas en pena. La inmortalidad de los maestros, por ejemplo. Esos no mueren nunca; son peores que la peste. Tampoco mueren los que crucificaron a Cristo: los nombramos a diario en los rezos..Yo no quiero ser inmortal. ¡Me falta tanto por vivir! En cambio mi muñeca, ¿te dije? está muy enferma y el médico me aseguró que va a morir en días.

5

Mortales son los otros, claro. Ellas, feministas, acaban de sacar carnet de sobrevivencia para reivindicar el destino de Eva.

6

Pocos lo saben, pero hasta que murió, Coco Chanel bregó porque su nombre figurara en los diccionarios. Esto aumentó en la última década de su vida, ya que, siendo la gran innovadora de la moda parisina del siglo XX, consideraba que merecía letras de molde. La posteridad algo le reconoció, pero su nombre sólo está inscripto en una placa de mármol de Per Lachese, sobre la cual raramente alguien deposita una flor de plástico. (Desdibujadas letras…)

7

La inmortalidad –sin togas académicas, sin laureles- puede incomodar. La de Rasputin es un ejemplo, aunque a él no le importe. Y la de Iván el Terrible, ídem. Pero ¿qué sucede con la inmortalidad de los justos? ¿La del discípulo Pedro, que negó tres veces a su Maestro? ¿La de Einstein, que terminó en horror bélico? ¿La de Nobel, que inventó la pólvora y hoy limpia la culpa con premios a la sabiduría de los pueblos? Chantal Flury piensa en esto mientras enseña la historia y comprende que nunca admitirá ante sus alumnos que la inmortalidad, al fin, es una excusa para perdonar y ser perdonado.

8

Las carpas llegan a vivir varias centurias y no cesan de nadar en los fosos de los castillos. Las marcan con carbono 14 y los científicos tratan de desentrañar el misterio de su longevidad. El escritor Aldous Huxley y su hermano Julien, el biólogo, algo descubrieron al respecto. Nunca lo confesaron. Un monje amigo, dicen, los convenció que las carpas eran demonios reencarnados…

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Biobibliografía

Poeta, ensayista, crítico de arte, Jorge M. Taverna Irigoyen nació en Santa Fe. Ha publicado una decena de libros de poesía, crítica e historia del arte, mereciendo numerosos premios por su labor. Publicó sus narraciones breves bajo el título Historias verosímiles en la revista Letras de Buenos Aires y en el suplemento cultural de El Litoral de Santa Fe. Fue Director Provincial de Cultura, director y fundador del Centro Trandisciplinario de Investigaciones de Estética de Santa Fe y presidente de la Asociación Santafesina de Escritores. Es miembro de la Asociación Internacional de Críticos de Arte y Presidente de la Academia Nacional de Bellas Artes.

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