De reyes y reinas


1

En el cementerio de Tulumba hay dos lápidas que llaman la atención. En una está inscripto Catalina de Médicis; en la otra, Catalina de Rusia. Están casi frente una de la otra. No tienen otra inscripción, ni fecha natal y de obituario. El cuidador asegura que cuando comenzó a trabajar ya estaban, de años. Y que nadie deposita flores en ellas. Escuché que, naturalmente, las dos Catalinas (pertenecientes a épocas diferentes) no se conocieron y que la historia no fue benévola ni con una ni con otra. Quién sabe por qué razón eligieron un mismo pueblo de Córdoba, en un país tan austral, para instalar lápidas apócrifas…

2

Luis Antonio de Borbon, hijo de Felipe V, acaba de ser nombrado Arzobispo de Toledo. Todo marcha bien aunque disimule, a los ocho tiernos años, su incontinencia anal con dos pañales. Y ocurre que tres meses después el papa Clemente XII lo nombra cardenal. Ahí sí que no hay Dios que lo ayude con su problema. Soporta el escarnio –ya crónico-casi veinte años. En 1754 renuncia y se dedica a la música litúrgica. Laus Dei.

3

Soy Rustino, el compañero de juegos que el sha de Persia envió a la corte del emperador Francisco José para Valeria, la hija de Sisí. Jugué con ella, sí, pero hube de enjugar sus lágrimas cuando fusilaron a su tío Maximiliano, en México. Cuando su tía, Sofía de Alenzon, murió quemada. Cuando Luis de Baviera se ahogó. Cuando se suicidó en Zurich su tío Luis de Trani. Cuando el archiduque Juan desapareció misteriosamente y el archiduque Guillermo murió en un accidente ecuestre. También enjugué sus lágrimas al perecer la archiduquesa Matilde en otro incendio y el archiduque Ladislao por un accidente de caza. Y las enjugué cuando su hermano Rodolfo sesgó su vida en Mayerling, por mano propia. La verdad, la verdad, no hubo tiempo para juegos.

4

El rey destronado sabe que la corona no importa. Y para evitar equívocos graba la cartografía del imperio sobre su capa.

5

Si María Estuardo fue proclamada reina cuando sólo tenía seis días, al morir su padre Jacobo V, pregunto (me pregunto) por qué no puedo yo, a mis diez años, aceptar el reinado de mi fantasía. Es verdad que María Estuardo hubo de esperar –de nodriza en nodriza- hasta los nueve meses para su coronación formal. Pero, para mí, eso es otra historia y yo no necesito corona.

6

No me parece real que el zar Pedro el Grande, después de haber hecho decapitar a su amante, lady Hamilton, conservara su cabeza en un frasco de alcohol. Y que a la zarina Catalina le hiciera lo propio con la cabeza de su amante, el ayudante de cámara William Mons. Son historias para asustar niños, pienso, pero jamás para salvar infidelidades. Doblemente reales, ¿no?

7

De Bokasa, aquél emperador centroafricano que en el siglo XX reencarnó a Nerón por su crueldad, sólo quedan unos zapatos con incrustaciones de perlas que fabricó la casa Berluti, de París, para su coronación. Desde hace veinte años los conserva y usa una campesina zulú que, en verdad, no sabe a quién pertenecieron. Pero le gustan mucho.

8

El príncipe padece un petit mal y la casa real lo manda al campo. No pueden tolerar sus crisis, con los problemas bélicos que sacuden a toda Europa. Lo suyo no figuraba en los planes. Y la reina olvida pronto y se perdona. Quien no olvida ni perdona es el príncipe, quien –por ser heredero al trono- a los veinte vuelve a palacio y en minutos incendia todas sus áreas principales. El médico imperial justifica: los epilépticos son pirómanos.

2 comentarios:

  1. He disfrutado de cada historia, como si entrase a momentos en exquisitas pompas de cristal, desearía haber seguido en este deleite.
    Gracias por la llave de esta puerta escondida.
    Un placer Wilma
    Wilma Borchers C. Chile

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  2. gracias, que belleza de textos, como piedras preciosas. maga

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Acerca del autor

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Biobibliografía

Poeta, ensayista, crítico de arte, Jorge M. Taverna Irigoyen nació en Santa Fe. Ha publicado una decena de libros de poesía, crítica e historia del arte, mereciendo numerosos premios por su labor. Publicó sus narraciones breves bajo el título Historias verosímiles en la revista Letras de Buenos Aires y en el suplemento cultural de El Litoral de Santa Fe. Fue Director Provincial de Cultura, director y fundador del Centro Trandisciplinario de Investigaciones de Estética de Santa Fe y presidente de la Asociación Santafesina de Escritores. Es miembro de la Asociación Internacional de Críticos de Arte y Presidente de la Academia Nacional de Bellas Artes.

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